A LOS 80 AÑOS DE EDAD FALLECE MOLINA SALAS



A los 80 años de edad víctima de una infección por una quemadura, falleció el jinete Jorge Molina Salas. Sus restos fueron sepultados en el cementerio de General Rodríguez.
Nacido en la Capital Federal, Molina Salas trabajó en sus comienzos como rematador en el Banco Municipal de Buenos Aires. Apasionado por la vida de campo, dejó el ruido mundano y se dedicó el resto de sus días a su única pasión: recorrer el país a caballo.

Pero en el rubro en el que se hizo conocer fue en los tres raids Buenos Aires-Santiago, de Chile-Buenos Aires que realizó.
El primero lo efectuó en 1944, montado en la yegua pura sangre Cometa. Con su caballo como única compañía tardó exactamente dos meses para recorrer los 2966 kilómetros de travesía, cifra récord para ese entonces.
Sus ganas y su amor por la naturaleza no mermaron y en octubre de 1946 volvió nuevamente a los caminos para viajar rumbo a Río de Janeiro, con dos yeguas: Obrera y Libertad. La mitad del recorrido la efectuó acompañado por Pablo J. de Ezeiza, quien desertó en territorio brasileño como consecuencia de un accidente. Siete mil kilómetros fueron en esa oportunidad.
La pasión por el diálogo entre el hombre y el caballo por las rutas de América hicieron que Molina Salas repitiera los viajes a Chile en 1968, ocasión en la que junto a su caballo Sureño bajó dos días su record –homologado como mundial- y en 1985 cuando cruzó por tercera vez la cordillera con la intención de abogar por el Tratado de Paz y Amistad firmado ese año entre ambos países.
Un solo sueño, tal vez una quimera, le quedó por cumplir: unir a América a través del periplo Buenos Aires-Washington-Buenos Aires. La falta de dinero para emprender la hazaña truncó esa posibilidad.
Como hombre emparentado con el mundo del trabajo incursionó en el cine. Trabajó en 16 películas gauchescas, entre las que se puede citar “La guerra gaucha”, “Pampa bárbara” y “El inglés de los guesos”.
Fue, según sus palabras, creador de una filosofía: la de amar la naturaleza y la de establecer un gran vínculo con los animales, que son en definitiva “los que lo salvan a uno”.
Vivió sus últimos días injustamente olvidado en el Fortín el Gallo.